como esperando una respuesta,
quizá una sorpresa.
Acariciando el lápiz y deslizando
de un lado a otro sobre la mesa
la cuartilla en blanco.
Suspiros largos son hondos y otros
entrecortados por mi mismo
que interrumpen la mirada a la cuartilla.
Cuando por fin es una línea
la que del extremo superior izquierdo
baja a donde acostumbro poner mi nombre.
Deja ya de ser inmaculada la cuartilla
tiene ya mis huellas de mis dedos húmedos
que le han quitado la textura lisa.
Frente a la cuartilla no hay respuestas,
ni palabras, ni sorpresas sólo mis párpados
que arden levemente negándose a cerrar.
Seguros de estar fijos a la cuartilla, sin
gota de sueño, me cobijo con la imaginación
sintiendo este rico frío de la soledad.
RUBéN
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