He tenido por casual costumbre despertarme a la misma hora desde hace más o menos ya un mes. Me encanta soñar, pues con eso creo yo que he logrado de menos dormir un poco, aunque sobresaltado por mis mismos sueños aveces me despierto. Y volviendo al estado normal intento una y otra vez conseguir entrar al "país de los sueños". Ya he probado contar borregos, recordar que fue lo que empecé haciendo en el día, tomar una taza con leche tibia, el té de hojas de lechuga o simplemente sentarme a leer un poco. Todo esto me da igual a horas de la noche sin poder dormir, también puedo hasta escuchar música, fumar uno o dos cigarros y ponerme a dibujar o escribir tontería y media, diría yo al día siguiente. En fin, los soliloquios conmigo mismo pueden acompañarme desde mi recámara, el baño, la cocina y hasta la sala. Muchos de esos momentos son terribles queriendo dormir a toda costa y sin conseguir nada, ya hasta que llega la madrugada y el cansancio me vence con un terrible ardor de ojos y viendo la luz del sol que entra por la ventana como capataz obligandote a dejar la cama.
De esos días o momentos en las noches, me acorde de algo que una vez había leído de Oscar Wilde, como si de él hubieran sido mis noches de insomnio. Y dice así:
"No voy a dejar de hablar sólo porque no me estén escuchando. Me gusta escucharme a mi mismo. Es uno de mis mayores placeres. A menudo mantengo largas conversaciones conmigo mismo, y soy tan inteligente que aveces no me entiendo ni una palabra de lo que digo."
Oscar Wilde. RUBéN
No hay comentarios:
Publicar un comentario