A pesar de vivir entre computadoras, celulares, comunicación instantánea, los hombres vivimos encerrados en nosotros mismos, nos ignoramos los unos a los otros; no nos sabemos escuchar y no nos sabemos hablar. En familia, en el trabajo, entre vecinos. Tenemos la sensación de las palabras, más que comunicarnos, nos llenan de vacios.
P. Francisco Alcaraz
domingo, 6 de septiembre de 2009
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